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Santiago Levin, presidente de la Asociacin de Psiquiatras Argentinos.

Todo el fenómeno de la comunicación en pandemia (qué, cómo y cuándo comunicar) debe ser cuidadosamente considerado, y no solo desde el Estado sino también desde todos los actores que confluyen en la comunicación social, advirtió el doctor Santiago Levin, presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA).

Levin señaló que estas sugerencias le fueron presentadas a Alberto Fernández, durante la primera reunión que mantuvieron con el mandatario en su condición de miembro del equipo de asesores que acompaña al presidente durante la pandemia.

«Particularmente está desaconsejado el empleo de la metáfora bélica (guerra contra un enemigo invisible, primera línea de batalla, los caídos en el cumplimiento del deber, etc.), porque cosecha representaciones sociales dolorosas y negativas, que en nada ayudan al mantenimiento de la serenidad, ni al cumplimiento responsable de las indicaciones sanitarias», explicó a Télam el presidente de APSA.

Levin dijo que los psiquiatras consideraron a la convocatoria como «un gesto ampliamente positivo».

-Levin, ¿qué propuestas le presentaron al presidente Fernández?

-Además del especial cuidado en el uso de palabras y metáforas durante la crisis sanitaria, que ya mencionamos anteriormente, le sugerimos, apoyo estatal a las iniciativas de puesta a punto de protocolos que permitan el acompañamiento, por parte de seres queridos, de los últimos momentos de la vida, acompañamiento actualmente muy dificultado (o imposibilitado). El derecho a una muerte digna incluye la posibilidad de transitar esos trascendentes momentos en compañía de un otro significativo. Esto ya se ha logrado en algunos centros sanitarios del país, pero requiere apoyo para su generalización.

Y propusimos considerar estrategias de apoyo al personal de salud, en particular medidas de cuidado de su salud mental.

Como se sabe, el personal de salud se encuentra desde hace meses expuesto no solo a daños objetivos (contagio de coronavirus) sino también subjetivos (diversos modos de sufrimiento y padecimiento relacionados con la larga y estresante tarea).

Se discutió mucho, oportunamente, sobre la importancia de contar con equipos de protección personal adecuados; es necesario ahora poner como prioridad la oferta de instancias de cuidado de la salud mental del personal de salud: médicos, enfermeros, kinesiólogos, bioquímicos, psicólogos, terapistas ocupacionales, trabajadores sociales, personal administrativo, de limpieza, de seguridad, de cocina, etcétera.

-A esta altura de los acontecimientos se prefiere hablar de «distanciamiento social» en lugar de «cuarentena». ¿Puede un cambio de palabras influir en cómo se recibe el mensaje?

-Sí. Definitivamente. Las palabras y las metáforas tienen un rol trascendente en la comunicación durante la pandemia. Pero esta afirmación no tiene nada de novedoso: los seres humanos lo sabemos desde hace milenos. Un poema, por ejemplo, no se construye con cualquier combinación de palabras. Una buena comunicación tampoco.

En su oportunidad sugerimos no emplear el adjetivo «social» para acompañar al sustantivo «distanciamiento» o «distancia». Básicamente hay dos caminos simbólicos en este punto: construir al otro como amenaza, y por lo tanto sugerir que hay que cuidarse de los demás (presuntamente infectados), o sugerir que el otro es un potencial colaborador, un semejante, un igual.

En este último caso, la propuesta no sería cuidarse del otro sino con el otro.

Distancia «social» empareja muy bien con el primer camino; distancia «sanitaria» con el segundo. Y la diferencia, crucial, radica en las palabras.

Si buscamos promover el aislamiento subjetivo y los sentimientos persecutorios, hablemos de distanciamiento social; si pretendemos promover conductas de cuidado basadas en la solidaridad y el reconocimiento del otro como par, mejor hablemos de distanciamiento sanitario. Porque, en definitiva, lo que se busca es aislar al virus, no a la subjetividad.

En cuanto al uso de la palabra cuarentena, es una palabra antigua, cargada de una larga historia de pestes que la humanidad sufrió en el pasado. En otras latitudes hablan de «confinamiento». ¿Hay palabras mejores? Sin dudas. Pero cualquiera sea el caso, hay que considerar que, con el uso diario, insistente, repetitivo, invasivo, las palabras se gastan y pierden sentido.

No es lo mismo la cuarentena estricta de los primeros 30 días a partir del 20 de marzo, que la que vivimos hoy por hoy. No es lo mismo en la CABA que en Trelew. Todo esto hace necesario pensar y repensar las palabras, antigua y eficaz tecnología humana.

Cuarentena, es una palabra antigua, cargada de una larga historia de pestes que la humanidad sufrió en el pasado

-¿Hubo mayores consultas por ansiedad, angustia, depresión durante el aislamiento obligatorio?

-Es una excelente pregunta, para la cual no tenemos una respuesta satisfactoria todavía. Una respuesta satisfactoria requiere de un enfoque científico y metodológico serio y dicho estudio no se ha realizado aún, ni se realizará en plena pandemia.

Sin embargo, con la prudencia del caso, podríamos afirmar que sí, que hubo un aumento de casos de ansiedad y de depresión durante la pandemia.

Otro asunto es la confrontación entre quienes afirman que la cuarentena es al origen de todos los males y que debiera abandonarse de inmediato, y los que sostienen que el confinamiento carece de todo efecto nocivo sobre la salud, y la salud mental de la población. Ambas son posturas poco serias, que responden a intereses parciales y que confunden a la población.