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El primer domingo después de Pascua se celebra la fiesta de la Divina Misericordia, a la cual está asociado el rezo de la llamada coronilla, una práctica de piedad que recibió Santa María Faustina Kowalska de Jesucristo.

Jesucristo se le apareció a Santa Faustina Kowalska entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna, la capital de Lituania. Entonces, le pidió dar a conocer su Misericordia a través de la difusión de su imagen con la leyenda “Jesús, en Ti confío” y el rezo de la coronilla.

Según explica el sitio ACI Prensa, “las personas que rezan esta coronilla ofrecen a Dios el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo como propiciación de sus pecados, los pecados de sus familiares y los del mundo entero”.

Al realizar esta oración, los católicos pueden esperar el cumplimiento de las promesas de Jesucristo, en especial, aquellas relacionadas con la hora de una muerte serena.

Qué es la oración de la divina misericordia después de la sagrada comunión

Según el diario de Santa Faustina Kowalska, Jesucristo le pidió que anime “a las almas a rezar la coronilla que te he dado. A quienes recen esta coronilla, me complazco en darles lo que me pidan”.

La fiesta de la Divina Micericordia se celebra el primer domingo después de Pascua. Foto: EFE/Henry Chirinos.La fiesta de la Divina Micericordia se celebra el primer domingo después de Pascua. Foto: EFE/Henry Chirinos.

El diario explica que Jesucristo prometió: “Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de mi misericordia infinita”.

La coronilla de la Divina Misericordia se reza con un rosario y comienza con la señal de la Cruz y el rezo de un Padre Nuestro, un Ave María y el Credo.

Luego, en cada grano mayor del rosario, cuando normalmente se dice el Padre Nuestro, hay que decir:

Mientras que en cada grano menor del rosario, cuando normalmente se dice el Ave María, hay que decir:

Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al final de la corona, rezar tres veces seguidas la siguiente oración:

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

La oración final es opcional y dice así:

Oh, Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia mismos. Amén.


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