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Foto: Edgardo Valera

Los pobladores de la Quebrada de Humahuaca aseguran que desde pequeños tanto hombres como mujeres «sueñan» con vestir en algún momento un disfraz de diablo o diabla, porque ello les permite mantener el anonimato, bailar hasta el cansancio y concentrar todas las miradas, durante los días y noches de carnaval.

El traje del alma mater de esta celebración se compone por lo general con telas de dos colores vivos. El pantalón lleva una particular cola larga hecha con soga forrada con los mismos colores que el resto del disfraz y en la punta se forma un corazón hecho relleno de lana.

Foto Edgardo Valera
Foto: Edgardo Valera

La parte del torso se viste con un buzo o camiseta manga larga y en algunos casos se animan a introducir una figura, iniciales o frases. En tanto el cabezal o gorro es quizás una de las partes más llamativas de los diablos.

Este cubre toda la cabeza y se corona con cuernos, los cuales son en la mayoría de los casos son totalmente cubiertos con lentejuelas multicolores, al tiempo que posee orejas hechas en ciertos casos con cuero de oveja.

La careta es elaborada con alambre tejido, la cual es intervenida con pintura y dibujos que hacen alusión a la salamanca, pequeños diablitos, o algún club de fútbol. A la altura de la boca posee una perforación por donde el disfrazado introduce un sorbete para beber.

Foto Edgardo Valera
Foto: Edgardo Valera

La capa es quizás el segmento donde más se puede apreciar el trabajo artesanal plasmado, allí se combinan las figuras hechas con lentejuelas, mostacillas y finos bordados, además que sobresalen pequeños espejos gran cantidad de cascabeles que hacen a la autenticidad de los disfrazados.

Para culminar el faldón le da continuidad armónica a la capa con terminaciones triangulares cubierta en sus márgenes con flecos, donde tampoco faltan las brillantes lentejuelas y detalles en las figuras.

Foto Edgardo Valera
Foto: Edgardo Valera