Skip to main content
Sin revistas de chimentos, ni café de cortesía ni la típica caramelera de menta, pero con mucha expectativa, las peluquerías porteñas abrirán sus puertas a partir del miércoles 29 de julio, después de cuatro meses de estar cerradas.

Tendrán un nuevo escenario y una nueva dinámica: turno programado para evitar aglomeraciones, alfombras sanitizantes, un protector plástico para los objetos personales, pulverizadores de alcohol y una declaración jurada para poder atenderse y que certifique la ausencia de síntomas durante quince días.

Con cierta ansiedad, los peluqueros advierten que esta metodología de trabajo ya está aplicándose en las localidades que se encuentran en una fase más avanzada. Y se muestran conformes con los resultados. En Rosario, por ejemplo, los salones de belleza llevan abiertos más de 70 días y no hay ningún contagio que se pueda rastrear con ese origen ni hubo ningún peluquero que haya contagiado a un cliente.

Se calcula que en AMBA, antes de la pandemia, había 15 mil peluquerías en las que trabajaban 8 mil peluqueros. Fueron muchos los locales que no resistieron y tuvieron que cerrar, por lo cual el número actual es aún incierto. Más allá de las reformas y los cambios en las rutinas -algo que en verdad excede a la actividad de cortar el pelo porque ya nada será como antes- uno de los grandes problemas que enfrenta la actividad es que alrededor del 40% de los empleados de los salones de belleza y esteticistas vive en el Conurbano, y no van a poder usar el transporte público para llegar a la ciudad. 

«Me gusta innovar, no solo en peluquería; soy loco de naturaleza. Hace meses, cuando me di cuenta que esto era complicado y venía para largo, me puse a trabajar con un ngeniero en el rediseño de todo el salón», cuenta Alejo Cabello, estilista, y dueño de una peluquería en Palermo. Calcula que entre las reformas y los nuevos «accesorios» (un termómetro electrónico, una cabina sanitizante con luces UV, un esterilizador de cuarzo, un dispenser de alcohol y barbijos y camisolines descartables) invirtió más de 100.000 pesos.  Habrá cinco boxs de trabajo y piletas subdivididas para el momento de lavarse el pelo.

El estilista Alejo Cabello en su local en Güemes 3024 prueba todos los días el funcionamiento de la nueva rutina.

El estilista Alejo Cabello en su local en Gemes 3024 prueba todos los das el funcionamiento de la nueva rutina.

La agenda del salón está colmada y tiene expectativas sobre la apertura del miércoles 29: «Preparamos todo como si fuera un quirófano. Mi mujer está embarazada y eso le suma un componente más a mi preocupación. Las clientas deberán completar una declaración jurada que la recepcionista les enviará por whatsapp y, en caso de ser personal esencial, el salón tomará más medidas de precaución».

La cadena Cerini empezó a incorporar cambios en sus salones en junio con miras a la reapertura. Lo primero que atendieron fue la distancia social entre silla y silla para respetar el metro y medio de distancia, al igual que el sector de piletas para el momento del lavado del cabello. Los salones de espera, que solían contar con revisteros, libros y hasta cargadores de celular, ahora solo servirán para recibir a los clientes de a uno y tomarles la temperatura.

¿Cómo será la nueva rutina en la peluquería?

•Se atenderá únicamente con turno previo. Tanto el estilista como el cliente deben llevar tapaboca.  En caso de llevar un abrigo, se deberá guardar con un protector de plástico antes en recepción.

•Se terminó el multitasking en los salones. Cada peluquero atenderá a un cliente por vez y no podrá haber acompañantes.

•El cliente deberá higienizarse las manos antes de empezar y deberá permanecer durante todo el tratamiento con el tapaboca puesto.

•Se deberá garantizar un espacio de 15 metros cuadrados entre cliente y cliente.

Habrá cinco boxs de trabajo y piletas subdivididas para el momento de lavarse el pelo.

Habr cinco boxs de trabajo y piletas subdivididas para el momento de lavarse el pelo.

•El estilista deberá tener su propio material de trabajo: un kit de herramientas limpias con peines, tijeras, clips, pincel o productos para el pelo.

•Los envases deberán limpiarse y desinfectarse después de cada uso con un cliente. Antes de usar champús, mascarillas o geles,  el estilista deberá lavarse las manos antes de aplicar el producto o usar herramientas desechables para agarrar el producto de un tarro.

•No se deberán compartir los productos durante el servicio entre estilistas que estén atendiendo a diferentes clientes.

•Para aumentar la capacidad (dado que podrán entrar menos clientes en el local), el horario de apertura y cierre podrá ser entre las 11.00 horas y hasta las 21.00.

•Podrá ofrecerse agua en botella, en caso de tener dispensador de agua se deberá desinfectar cada 2 horas.

•El salón deberá informar al cliente sobre los recaudos y las formas de prevención. Se debe colocar cartelería visible en el establecimiento, con información actualizada sobre métodos de prevención para el COVID- 19. Se deberá señalizar los lugares de espera para mantener una distancia de 1,5 metros entre trabajador-cliente y entre clientes. Y de ser posible, se colocarán mamparas para separar a los clientes y varios cestos para los residuos.

•El protocolo establece medidas obligatorias, pero de acuerdo a las posibilidades económicas, cada peluquero podrá sumar iniciativas que, en la etapa que se abre, serán tan importantes como el servicio en sí.