Referentas del feminismo y los derechos humanos que votaron por primera vez aquel 11 de noviembre de 1951, cuando la democracia argentina estrenó el voto femenino, recordaron aquella jornada como de «mucha alegrÃa» y confesaron que aún conservan la libreta cÃvica donde el primer sello de constancia de voto que aparece es el que corresponde a aquella elección en la que Juan Domingo Perón obtuvo su segundo mandato.
Respecto a 1946, estaban llamados a votar más del doble de personas aquel dÃa porque el padrón habÃa pasado de 3.405.173 electores a 8.613.998 en 1951 por la incorporación de las mujeres, que en más de un 90% concurrieron a emitir su voto.
Pero además, aquella elección nacional significó que ellas ocuparan por primera vez bancas del Congreso Nacional: fueron elegidas 23 diputadas -15,4% del total- y 6 senadoras -20%-, porcentajes que subieron hasta el 21,7% del total 22,2 %, respectivamente, proporciones que no se volverÃan repetir hasta avanzados los años ’90, con la ley de cupo femenino.
Estela de Carlotto
Una de las que votó por primera vez hace 70 años es la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto (91), quien el año anterior se habÃa recibido de maestra y por entonces viajaba diariamente a la vecina ciudad de Brandsen para dar clases en una escuela primaria donde más de una vez le tocó ir a buscar a la casa a estudiantes de familias vulnerables para que retomaran las clases, abandonadas por falta de ropa o zapatillas.
«Para mà la posibilidad de votar fue una muy buena noticia porque la igualdad (de género) siempre se trató de conseguir, aunque no con la vehemencia de estos últimos tiempos», contó Carlotto a Télam.
«Recuerdo que fue muy impactante la presencia femenina en los centros de votación. Nadie dejó de ir, primero porque era obligatorio y segundo porque era un logro de igualdad», agregó.
Por entonces, Estela llevaba pocos años de casada con Guido Carlotto y todavÃa no habÃan nacido sus hijos.
«Recuerdo que fue muy impactante la presencia femenina en los centros de votación. Nadie dejó de ir, primero porque era obligatorio y segundo porque era un logro de igualdad».Estela de Carlotto
«En esa época, las mujeres éramos más pacientes con las desigualdades, más acomodadas a cómo venÃa la historia. Hoy, con los años que tengo, no puedo dejar de notar cuánta diferencia hay entre aquellos y éstos años», dijo.
De hecho, «en mi casa esos temas no se tocaban» y la polÃtica en general «nos pasaba un poco por arriba», como ocurrÃa en buena parte de los hogares en «la ciudad burguesa como La Plata donde la mayorÃa era antiperonista».
«No me acuerdo que hubiera una demanda insistidora del voto femenino, pero lógicamente lo deseábamos todas en razón de que nos merecÃamos dejar de ser ciudadanas de cuarta», dijo.
De su juventud, el recuerdo son «golpes de estado permanente y votar cuando tocaba, los varones solamente antes del voto femenino» y todos desde 1951, pero ella siguió sin participar en polÃtica partidaria, totalmente absorbida como estaba por la docencia y la maternidad, «aunque sà indirectamente trabajaba en polÃtica social».
«HabÃa un ambiente social que no daba para pensar más allá de lo cotidiano, pero el voto femenino que salió del gobierno de Perón fue el inicio de una rebeldÃa (de las mujeres) que ya habÃa nacido en algunos paÃses y que hoy tiene que ser recordado por todos con un aplauso«, dijo.
MarÃa Elena Lamadrid
Entre las votantes de aquella histórica jornada por momentos lluviosa de 1951, estuvo MarÃa Elena Lamadrid (88), afroargentina y difusora del candombe porteño de la Asociación Misibamba que lleva el apellido con el que un esclavista porteño bautizó a un antepasado suyo que fue secuestrado del continente africano y traÃdo a la fuerza a estas tierras en el siglo XIX.
«En lo personal, hasta ese momento los dÃas de elecciones no me sentÃa bien, porque veÃa que mi papá, mi abuelo, mis tÃos iban a votar y nosotras no, tenÃamos que quedarnos en casa y aceptar lo que ellos disponÃan», contó a Télam.
Por eso aquel debut electoral de las mujeres lo vivió con «mucha alegrÃa y emoción», porque implicaba que ellas iban a empezar a «ser partÃcipes, a elegir lo que realmente querÃamos y nos gustaba que estuviera en el gobierno», lo que experimentó con una sensación de «independencia y libertad».
«Siempre cuando me piden el número de documento y digo un millón se quedan admirados y ahà yo les digo `sÃ, porque yo voté en el momento que Evita permitió que las mujeres votaran, y ahà empezó el empoderamiento de nosotras'», contó.
«Y cuando iba a las marchas, nos sentÃamos muy identificadas con el discurso de Evita, con la profundidad de sus palabras. Me gustaba escucharla no por fanatismo sino porque te hacÃa pensar». MarÃa Elena Lamadrid
De familia peronista, MarÃa Elena se recuerda participando fascinada de los actos que tenÃan como oradora a Eva Perón, cuyos discursos solÃan tener como especiales destinatarios a los sectores más pobres a quienes aludÃa como los «cabecitas negras», reconociendo de esta forma el nivel de racialización de la pobreza en la Argentina.
«Yo siempre fue muy rebelde porque mi abuela me enseñó a ser muy libre, incluso para mi raza, pero era un momento en que las personas eran muy racistas«, contó.
«Y cuando iba a las marchas, no sentÃamos muy identificadas con el discurso de Evita, con la profundidad de sus palabras. Me gustaba escucharla no por fanatismo sino porque te hacÃa pensar. Ella nos dio a las mujeres la posibilidad de estar codo a codo luchando por nuestra libertad, porque antes quedábamos atrás del hombre», agregó.
Nelly Minyersky
A su turno, la histórica militante feminista y cofundadora de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal Nelly Minyersky (92) recuerda que el voto femenino fue «un paso enorme» y de aquellos años rescata la iniciativa «Ã©pica» de Eva Perón «mandando compañeras a todo el paÃs para empadronar a millones de mujeres, lo que no es tan conocido en los feminismos» por las divisiones en las que estaba inmerso en ese momento el movimiento de las mujeres.
«Mi familia habÃa sido muy impactada por la Segunda Guerra Mundial, porque mi padre vino de Europa en los años ’20 pero quedaron parientes allá; por eso se vivió con mucha alegrÃa y optimismo el triunfo de la paz. En ese momento creÃamos que el mundo iba a cambiar, que venÃan tiempos de mucha libertad y democracia, por eso el voto femenino lo vivà como algo natural, si bien algún impacto me hizo porque todavÃa tengo guardada la Libreta CÃvica», contó.
Diferente es la mirada retrospectiva de aquel proceso y de aquel logro.
«Además de todo lo que hizo Eva, tuvo mucho que ver Perón en lo que se logró. Hay que recordar que apenas asume en la secretarÃa de Trabajo y Previsión, crea una comisión de la mujer que queda a cargo de dos feministas», contó esta abogada.
Para Minyersky, los mismos «intereses partidarios» que explican que estos datos hayan quedado en el olvido son los que impidieron que el movimiento de mujeres no se unificara hasta la vuelta de la democracia.
…»El voto femenino fue «un paso enorme» y de aquellos años rescata la iniciativa «Ã©pica» de Eva Perón «mandando compañeras a todo el paÃs para empadronar a millones de mujeres»….Nelly Minyersky
«Con la (Revolución) Libertadora, que prohibió hasta pronunciar la palabra Perón, comienza una etapa terrible, décadas muy complejas de falta de comunicación entre mujeres radicales, socialistas, peronistas en la que faltaba esa solidaridad y ese trasvasamiento que se darÃa después, con el comienzo de los Encuentros Nacionales de Mujeres», dijo.
Fue en esa época que Minyersky abrazó con convicción el feminismo al que habÃa llegado «a través del derecho» y la lucha «por la libertad en general» en tiempos de muchos atropellos a los derechos humanos.
«El voto es el primer derecho que fueron conquistando las mujeres a nivel mundial y generalmente, en los diferentes paÃses lo obtuvieron después de hechos que funcionaron como quiebre: algunos después de la guerra del ’14 o la Segunda Guerra Mundial, nosotros con el peronismo«, dijo.