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Arte peronista en el Día de la Lealtad

Acostumbrados a conmover o provocar desde un lienzo, artistas que abordaron al peronismo con estéticas y estilos bien diferenciados analizaron la potencia icónica del movimiento que tuvo su jornada fundacional el 17 de octubre de 1945, al tiempo que repasaron las paradojas que lo constituyen, como la irrupción de las masas, la celebración desbordante, el odio reactivo y la puja -siempre inconclusa- por «democratizar el goce capitalista».

Con múltiples imágenes a disposición, desde escenas colectivas como tranvías y camiones repletos, hasta detalles como un manifestante trepado a un farol del alumbrado público mientras sostiene su bicicleta, los artistas Daniel Santoro, Marina Olmi y Sergio Tosoratti tuvieron mucho para elegir cuando decidieron pintar cuadros que remitan al peronismo, al propio Perón y también a Evita.

En la historia de ese fenómeno político y cultural, que este domingo vivirá un nuevo aniversario (pasaron 76 años) de la fecha clave para su gestación, se suceden multitudes, pancartas sindicales, balcones de la Casa Rosada con micrófonos de válvulas y discursos transmitidos por radio, trenes sanitarios, juguetes, ciudades infantiles, pero también odios desmesurados, pintadas al cáncer, bombardeos y hasta profanaciones de tumbas.

¿Cómo pintar al peronismo?

¿Cómo pintar al peronismo, cómo hacer arte con todo ese patrimonio visual? ¿Cómo transmitir emociones y preguntas; sensaciones, incomodidades; identidades, reflexiones y problemas pendientes de resolución?

Consultados por Télam en la víspera de un nuevo 17 de octubre, los tres artistas evitaron sermonear desde las respuestas fáciles; más bien contaron cómo y por qué eligieron pintar lo que pintaron, y dieron detalles sobre el modo en qué lo hicieron, con Santoro más proclive a lo sombrío, lo sugerido y la provocación, Olmi apelando al humor y la luminosidad pop, y Tosoratti inmerso en una búsqueda -sin complejos- por «crear arenga y mística».

Marina Olmi

Olmi regresó a la Argentina en 2011, tras haber pasado «casi toda su vida» en España, Italia, EEUU y México, y en su retorno -siempre que hay un peronista hay un retorno, tópico infaltable- comenzó a pintar cuadros de Eva, de Perón y del peronismo a partir de un abordaje entre «romántico, rebelde y transgresor» que se alimentó del arte pop de los ’60.

«En mis cuadros, Evita y Perón están saludables, en paz, con miradas picarescas, amorosas, con bastantes chistes entre ellos; en todos los cuadros hay mucho humor, hay una actitud de aceptación y de certeza y de seguridad y de alegría», resumió la artista, para quien las dos figuras claves del peronismo «son habitantes del futuro» ya que lo que plantearon en vida mantiene actualidad y vigencia.

Sobre ese punto, en la relación entre pasado y presente, Olmi recomendó «escuchar los discursos» del secretario de Trabajo y Previsión que fue aclamado en 1945 para poder «entender lo que está pasando hoy en la Argentina», y luego reiteró su llamado a «abrir el corazón y escuchar a Juan Domingo Perón, un genio por encima de la media», portador de un «pensamiento superior».

Daniel Santoro

Desde un conocimiento profundo de la iconografía peronista y una voluntad evidente por el riesgo, Santoro dedicó su obra a las encrucijadas del movimiento que irrumpió en 1945 y el conflicto persistente con el antiperonismo con una estética en la que aparece lo tenebroso, lo incómodo, para lo cual abrevó -según los críticos especializados- en el arte religioso, los ideogramas orientales y la publicidad.

Daniel Santoro. Foto: Pepe Mateo.

Pero Santoro es también un ensayista que escribió sobre lo que él define como las paradojas constitutivas del peronismo, sobre todo la intención de «democratizar el goce capitalista» ampliando el acceso al mercado de consumo para las mayorías populares, un objetivo que está implícito en la consigna clásica de «la felicidad del pueblo».

Daniel Santoro. Foto: Pepe Mateo.

Daniel Santoro. Foto: Pepe Mateo.

«El peronismo contiene sus propias paradojas porque no promueve la eliminación de las clases sociales sino la democratización del goce. Sobre esto se ha dicho que yo dije ‘democratizar el goce’ y queda lindo cortar la frase ahí, pero no es eso. La mala noticia es que democratiza el goce capitalista. Eso tiene un peso», puntualizó el pintor en diálogo con Télam.

«El peronismo contiene sus propias paradojas porque no promueve la eliminación de las clases sociales sino democratizar el goce capitalista»,

Daniel Santoro

Esa búsqueda de ampliar la capacidad de consumo puede entrar en contradicción con determinados ciclos de la economía capitalista, y en esas circunstancias el peronismo «entra en una zona complicada», porque en su ADN está «lo productivo, el trabajo» y la demanda de «felicidad concreta», remarcó Santoro.

«El peronismo tiene en contra a los factores fundamentales del poder económico, que no le dejan completar el ciclo», advirtió luego, y de ese modo se refirió a la situación de sobre-endeudamiento y las negociaciones con el FMI con las que está lidiando el gobierno del Frente de Todos.

Daniel Santoro. Foto: Pepe Mateo.

Daniel Santoro. Foto: Pepe Mateo.

Santoro, quien no oculta sus simpatías por el peronismo y en los ’70 formó parte de la agrupación Guardia de Hierro, presenció varias escenas en las que peronistas que miraban sus pinturas se sentían incómodos o expresaban su malestar con lo que veían en alguno de sus cuadros.

«Una vez en Arte BA le pusieron a un cuadro mío un punzón. Uno de Evita como una esfinge egipcia interrogando a Perón. Ofendió a algunos. Como también el de Evita comiéndose las entrañas del Che Guevara; pero a mí eso me pone un poco feliz, por lo menos que produzca un sentimiento», confió, y al referirse a la pintura de Evita y el Che contó que la obra expone «la circulación de la energía entre la izquierda y el peronismo».

Sergio Tosoratti

Otra representación visual del peronismo es la propuesta por Tosoratti, hijo de un tornero industrial y de familia ferroviaria por parte de madre, quien abandonó «los motivos portuarios» cuando comprobó que en esa primera etapa de su obra, llena de «esa cosa solitaria del barco oxidado», no aparecían nunca los obreros del puerto.

Sergio Tosoratti. Foto: Raúl Ferrari.

Sergio Tosoratti. Foto: Raúl Ferrari.

Sergio Tosoratti. Foto: Raúl Ferrari.

Sergio Tosoratti. Foto: Raúl Ferrari.

«Así fue que decidí involucrar en mis cuadros al movimiento obrero. Tenía ganas de explorar otras cosas, y así surgieron los primeros cuadros, que eran los camiones cargados de gente (yendo a la Plaza de Mayo durante el peronismo), que no tuve que copiarlos porque la impronta empezó a aparecer simplemente del relato familiar», repasó el artista, que se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.

Sergio Tosoratti. Foto: Raúl Ferrari.

Sergio Tosoratti. Foto: Raúl Ferrari.

Con una estética que remite al expresionismo, de óleos cargados más multitudes trazadas con espátula, Tosoratti se definió como «un rastreador de detalles», mientras que al referirse al 17 de octubre y a su vigencia como fenómeno masivo lo asoció con otra fecha que reúne multitudes, el 24 de marzo, y con un ritual de su generación: «la misa ricotera».