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Foto: Eva Cabrera

La enfermera Rosana Zubirí y la abogada Karina Fiorito se conocieron hace casi 20 años en Casa Abierta María Pueblo, un refugio de La Plata para mujeres, niñas y niños, cuando ambas estaban en situación de violencia de género y ahora están al frente de la institución.

«Es necesario decirle a quien sufre violencia que se puede salir; se puede tener otra vida», coinciden ambas en diálogo con Télam.

«La militancia contra la violencia es una forma de ir sanando e ir transmitiendo nuestra experiencia de vida»Rosana y Karina

Además de la amistad, comparten una historia de violencia y reconstrucción, y actualmente una responsabilidad: Karina es la presidenta y Rosana, la vicepresidenta de ese refugio emblema en la Argentina, el cual recibe, desde hace 25 años, a mujeres en situación de violencia y a su vez, brinda representación legal, civil y penal gratuita.

Rosana: «Me dijo que me iba a matar»

«Fui víctima de violencia de género, pasé por María Pueblo hace 17 años con mi hijo Facundo que en ese momento tenía dos. Gracias a la contención del hogar y a mis compañeras y profesionales, pude salir», relató Rosana (54).

Y señaló que el papá de su segundo hijo «ejercía violencia física y psicológica conmigo y con mi hijo más grande. Hubo un episodio cuando él tenía 9 años y ahí fue que decidí romper el vínculo».

Ella se fue de la casa en un momento en que él no estaba, y a partir de ahí empezó la persecución del violento, que incluyó el secuestro del hijo en dos oportunidades.

«La última vez lo sacó del Hospital de Niños donde estaba internado, y se lo llevó a La Rioja dos meses», recordó.

En esos 60 días sin su hijo, Rosana acudió a juzgados y a la prensa hasta que una jueza le dio «un papelito» y le dijo: «Te doy el exhorto y vos andá por tu cuenta».

Ella dejó su trabajo y partió a buscar a su bebé. Lo encontró en una pensión, y tras vivir una escena que identifica como «muy difícil» con el agresor, y comprobar que hasta había cambiado su identidad y la del niño, se subió a un micro con el bebé en brazos y volvió a La Plata. En ese viaje de La Rioja a La Plata Facundo cumplió dos años.

«Me dijo que me iba a matar cuando llegara», manifestó Rosana en relación al agresor.

El hombre salió en un micro atrás de ella, lo que la obligó a esconderse y pedir ayuda hasta llegar a María Pueblo, donde se quedó seis meses.

Rosana Zubir vicepresidenta del refugio Casa Abierta Mara Pueblo Foto Eva Cabrera
Rosana Zubirí, vicepresidenta del refugio Casa Abierta María Pueblo. Foto: Eva Cabrera

Karina: «Salí sin saber a dónde ir, ni qué hacer, pero sabiendo que no volvería»

Karina es abogada, y actualmente preside Casa María Pueblo y representa legalmente a cientos de mujeres víctimas de violencia.

En 2003 sintió que estaba en riesgo su vida y decidió irse de su casa, en Moreno, con su hijo de ocho años.

«Viví violencia física, sexual, y psicológica. Me había intentado separar muchas veces, pero estaba sola y terminaba volviendo, intentaba cortar la relación, pero no podía», relató.

Los golpes llegaron a dañarla al punto de que tuvo que operarse el tabique y tiene pendiente una intervención de mandíbula porque está corrida de lugar producto de una trompada.

«Era un constante de golpes, me destrozaba psicológicamente, yo fui además el sostén de la familia, él no quería trabajar. Vendía cosméticos y estudiaba administración de empresas. Dejé esa carrera faltándome pocos exámenes», apuntó.

Karina Fiorito presidenta del refugio Casa Abierta Mara Pueblo Foto Eva Cabrera
Karina Fiorito, presidenta del refugio Casa Abierta María Pueblo. Foto: Eva Cabrera

El día que decidió irse fue luego de recibir una golpiza en la cabeza que la dejó inconsciente.

«Ese día salí sin saber a dónde ir, ni qué hacer, pero sabiendo que no volvería nunca más. Fui a la comisaría a hacer la denuncia y me dijeron que no iba a servir, que primero busque un lugar para estar, y preguntando, llegué al refugio ´La Casita de Colores´», recordó.

El refugio en Moreno no tenía domicilio reservado, y al poco tiempo de llegar la policía federal fue a buscar a Karina.

«Toda la familia de él trabajaba en la policía. Iban a buscarme, aparecían por los paredones y me tenía que esconder todo el tiempo», explicó.

Ante el riesgo de vida pidió ayuda a Casa María Pueblo y armaron una estrategia para sacarla.

«Cuando llegué era muy de noche y pedí sentarme en la vereda, quería contemplar la calle sin sentir que tenía que esconderme», recordó Karina.

Casa María Pueblo continuó en pandemia recibiendo a mujeres en riesgo de vida

Casa Abierta María Pueblo, hogar que aborda de modo integral la problemática de violencia de género a través de un sistema de refugio con domicilio reservado para mujeres, niñas y niños, continuó durante la pandemia de coronavirus recibiendo a quienes corrían riesgo de vida.

«En el hogar en todo este tiempo hubo un protocolo de prevención, la situación alteró los talleres pero se logró que pudiera seguir funcionando. Pese a que era restringido el ingreso hubo un aumento de casos de violencia, e igual se recibieron mujeres», indicó Karina Fiorito, presidenta de la institución.

La distribución del espacio, con habitaciones con baños propios, permitió también que entre las mismas personas que estaban en el hogar hicieran sus propias burbujas, lo que facilitó la situación y redujo riesgos por brotes de Covid-19.

Ahora, con el avance de la campaña de vacunación y una situación epidemiológica más favorable, el hogar de a poco volvió a tomar su ritmo normal, con talleres y actividades y con el esfuerzo de sus integrantes para que pueda seguir funcionando.

«La única ayuda que recibimos es por medio del Programa de Beneficios del Banco Nación», comentó Fiorito a Télam.

Por medio de este programa, la gente que usa las tarjetas del banco, suma puntos y los puede canjear y hacer donaciones a María Pueblo.

La organización, reconocida por ONU Mujeres como mejor Refugio con Abordaje Integral de Latinoamérica, marcó un precedente al ser la impulsora de la ley que permitirá la expropiación de la casa en La Plata en la que en 1992, el odontólogo Ricardo Barrera cometió femicidios múltiples al asesinar a sus hijas, su mujer y su suegra.

Después de diez años de gestiones, a partir de un fallo del Juzgado N° 3 de La Plata, en sintonía con la ley provincial 14.431, promulgada en diciembre de 2012, la ministra bonaerense de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, Estela Díaz, confirmó que transferirán a la Municipalidad la casa de Barreda para que comience a funcionar un lugar de atención de la violencia de género.

Rosana y Karina permanecieron en Casa María Pueblo entre seis y ocho meses, y lograron de a poco ir sanando el cuerpo y se fueron reconstruyendo.

En el refugio les dieron recursos para «fortalecerse» y destacaron la importancia de «armar una red de contención». Además, pudieron reunir recursos para el egreso mediante becas y la Asignación Universal por Hijo (AUH).

Foto Eva Cabrera
Foto: Eva Cabrera

Rosana, que una vez egresada continuó sufriendo la persecución del agresor, y hasta recibiendo denuncias en su contra, pudo continuar sus estudios y recibirse: hoy es enfermera profesional, tiene a su cargo una sala de Covid-19 en el Hospital San Juan de Dios y encabeza el Comité de Violencia dentro de ese establecimiento.

Karina empezó a vender ropa y al tiempo pudo reunir el dinero para comprar un terreno con una casilla.

En 2004, gracias a una donación de materiales de parte del Ministerio de Desarrollo de la Nación, la cual permitió construir decenas de viviendas, logró edificar y hacer de esa casilla una casa.

«Es necesario decirle a quien sufre violencia que se puede salir; se puede tener otra vida»Rosana y Karina

A partir de entonces y, producto de la «absoluta desprotección de la justicia» que sintió, comenzó a estudiar leyes hasta convertirse en abogada y escribana.

«Hacemos seguimiento gratuito de las causas penales. Evitamos la libertad de muchos de los agresores presos, hay procesos y causas que llevan años y nosotras acompañamos, monitoreamos de cerca los casos. Es importante a nivel institucional ya que hoy cuando las mujeres piden ayuda a nivel penal, no hay muchas instituciones que den respuesta a eso», detalló la abogada.

  • Atención, contención y asesoramiento en situaciones de violencia de género

  • Por llamada gratuita las 24 hs Línea 144
  • Por WhatsApp +5491127716463
  • Por mail a linea144@mingeneros.gob.ar
  • Descargando la app

Para ellas, la militancia contra la violencia es «una forma de ir sanando e ir transmitiendo nuestra experiencia de vida».

«Yo llegué a La Plata sin nada, muchas chicas llegan así y les digo que se puede. Hay que fortalecerse, usar el humor, y ver que entre todas salimos adelante», aseguró Karina.

Rosana completó: «Estoy convencida que sola no salís. El decir no estás sola, es básico para quien está en esa situación. Hace 17 años nos conocimos en el hogar, seguimos siendo amigas. Nos dimos cuenta del cambio de vida que te puede generar y quisimos seguir apoyando este proyecto».