Una carta enviada por militantes de Montoneros al caudillo neuquino Felipe Sapag después de que mataran a sus dos hijos durante la dictadura fue revelada esta semana en esa provincia y, con ella, se recuperó parte de una historia familiar y el destino trágico de un puñado de hombres.
La carta, guardada 42 años en el archivo personal del fallecido ex gobernador y fundador del Movimiento Popular Neuquino, permitió ahora que los hijos de un militante montonero asesinado durante la última dictadura cívico militar pudieran reconstruir parte de su historia familiar.
El texto fue recuperado por Silvia Sapag, hija del ex mandatario neuquino y actual senadora nacional de la provincia por el Frente de Todos, al ordenar el archivo de su padre, durante este tiempo de aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus.
«Toda esta semana la pasé muy conmocionada porque me decidí a abrir esas cajas, en las que yo sabía que se encontraban distintos documentos y también estas cartas ya que fui yo misma quien las retiró de la casa familiar en la que él vivió con mi mamá durante 50 años», contó Silvia Sapag a Télam.
El texto fue enviado a su padre el 23 de marzo de 1978 por el «Grupo de compañeros de la zona Sur», que formaba parte de la agrupación Montoneros en la provincia de Buenos Aires, y en él le pedían si podía ocuparse de localizar a los familiares de Oscar Humberto Andrada, «quien había sido asesinado el 11 de marzo en el partido de Berazategui», según se lee en el texto.
«Rogamos a Usted haga todo lo posible para avisar cuanto antes a su padre. Este compañero tiene también un hijito de 4 años. El 14 de abril lo llamaremos a Ud. entre las 10 y las 3 para que nos avise si pudo hacer algo y en lo posible queremos la dirección de su padre para escribirle al chiquito que está con él», dice la carta y agrega: «Queremos contarle quien fue su papá el que luchó hasta la muerte como hicieran sus hijos para que en nuestra patria, la paz y la justicia triunfen».
Silvia Sapag recordó que su padre «junto con Ramón Jure, un militante peronista muy conocido en la provincia, ubicaron a los familiares de Andrada en la localidad rionegrina de Coronel Belisle donde cuidaban a Diego», ese niño del que hablaba el texto y que en la época tenía ciertamente 4 años.
Como lo anticipan en la carta, el 14 de abril de 1978, una mujer de Montoneros llamó a la casa de los Sapag: la atendió Silvia y los puso al tanto de las gestiones que realizaron.
Silvia dijo que su padre «guardaba sus cosas preciadas en el vestidor de su dormitorio con la ropa y era el único que tenía la llave de ese lugar donde había un maletín, un cajón del placar, una bolsa y sobres grandes con correspondencia«.
Pero también contó que encontró muchos «papelitos con anotaciones, algo parecido a la agenda de Minguito», por el recordado personaje que interpretaba Juan Carlos Altavista en el programa televisivo Polémica en el Bar que solía llevar los bolsillos llenos de bollos de papel en los que, se suponía, registraba las cosas más importantes o urgentes.
«A nosotros nos une con Juan Sebastián y Diego, –los hijos de Andrada– no solamente la tragedia sino el anuncio de la tragedia porque su papá fue quien nos avisó de la muerte de mi hermano Enrique y a nuestro turno fuimos nosotros quienes transmitimos a su familia la noticia de la muerte de su padre», reveló la senadora.
La autora de la carta escrita hace 42 años se llama Marcia Seijas, fue compañera de militancia de Andrada y de los hijos de Felipe Sapag, Ricardo y Enrique, que también fueron asesinados durante la dictadura.
«Hablamos con los chicos en estos días y les pedí que le digan a la abuela (la madre de Andrada) que él la recordaba con mucho cariño a su mamá», contó Marcia Seijas a Télam.
Precisamente, supo después que los hijos de Andrada le hicieron escuchar a la abuela la charla telefónica por manos libres y que se puso muy contenta», comparte Seijas.
Diego Andrada, hoy con 46 años, era ese «chiquito de 4» al que hace referencia la carta: «La charla telefónica fue de esas cosas que te ayudan a reconstruir la imagen de alguien a quien no conocimos, porque yo tengo una sola foto con mi viejo y mi hermano no tiene ninguna», dijo a Télam.
Destacó que «Marcia lo recuerda como un gran compañero, un gran luchador y una gran persona lo cual nos llena de orgullo».
La revelación de la carta, 42 años después, permitió que los hijos de Oscar Andrada completaran un perfil al que le faltan muchos recuerdos, aunque el militante es recordado en su ciudad a través de una «Baldosa de la Memoria», instalada en cercanías de una de las casas en las que vivió en Neuquén.