Cristina Domínguez, oriunda de la ciudad bonaerense de Salto, contrajo coronavirus junto a sus dos hermanos y otros 12 familiares, y pidió a los pacientes recuperados que donen plasma: «Me lo colocaron y al rato ya tenía ganas de vivir, era como si nunca hubiera tenido la enfermedad», contó a Télam.
«Cuando nos avisaron que eramos positivo, se me vino el mundo abajo. Pensé en mi hijo, su esposa embarazada, mi nietita de 5 años que también contrajeron el virus, ¿cómo nos podía haber pasado?, ¡si nos cuidábamos tanto!, estábamos desconsolados», contó a Cristina que todavía se angustia con los recuerdos recientes.
Apenas iniciada la pandemia, Cristina y su esposo, ambos grupos de riesgo porque tienen 65 años, decidieron acatar la cuarentena y quedarse en su casa de Salto. Además, ella, que aún trabaja haciendo arreglos de costura, decidió recibir y entregar los encargos en la puerta de su casa, para evitar que el virus pudiera entrar.
«Mi esposo fue a visitar a mi hermano Miguel, que vive en una quinta, y nunca imaginamos que el virus pudiera haber llegado allí, pero mi hermano ya estaba con síntomas como de gripe, o eso pensamos», recordó.
Días más tarde, vino su hijo Walter a visitarlos y le convidaron un mate sin pensar que ahí le transmitirían el virus a él, y luego él a su esposa embarazada y a su hija de 5 años.
Cristina y sus hermanos Juan Antonio y Miguel, y sus respectivas parejas, sus hijos y dos nietos, resultaron enfermos: en total unas 15 personas, entre ellas la nietita de Cristina, aunque solo debieron internarse los tres hermanos.
«Dio positivo y empezó la pesadilla, nos internaron en el Hospital ´Juan Domingo Perón´ de Salto, donde nos atendieron re bien, todos: desde el director al último enfermero», agradeció.
Pero los hermanos no mejoraban, tenían complicaciones respiratorias y un día les plantearon la posibilidad de recibir el tratamiento de plasma. No lo dudaron y firmaron el acta de consentimiento los tres.
«Nos trasfundieron plasma: a mi, en dos oportunidades; a mis hermanos, solo una sola dosis porque no había más», explicó.
Cristina aseguró: «Me colocaron el plasma; la primera dosis me levantó un poquito; cuando me dieron la segunda, al rato, era como si nunca hubiera tenido la enfermedad, tenía ganas de vivir».
«El plasma me salvó la vida, es muy efectivo; mi hijo y mis sobrinos están esperando que pasen 14 días del hisopado negativo para poder donar», expresó orgullosa.
«Por favor, el que esté en condiciones de donar que done, el plasma salva vidas, es una cosa que te revive, no afecta la salud del donante y da resultado».”
Insistió: «Por favor, el que esté en condiciones de donar que done, el plasma salva vidas, es una cosa que te revive, no afecta la salud del donante y da resultado».
Cristina y su hermano Juan Antonio fueron dados de alta días atrás y esta mañana fue el turno de Miguel, que salió aplaudido por los médicos y enfermeros que le salvaron la vida.
Juan Antonio tenía antecedentes de alergias respiratorias y una vieja neumonía, que complicaron su situación y, cuando solo quedaba intubarlo para salvarle la vida, le propusieron recibir tratamiento de plasma.
«Apareció el plasma y enseguida se notó la diferencia. Para mi es lo que me salvó la vida, fue fundamental. Los recuperados tienen que saber esto, tienen que donar», afirmó el hombre, cuya esposa Liliana y su nieto Jeremias también se contagiaron y cumplieron aislamiento en su casa.
A su lado, Liliana recordó: «Juan estuvo en un momento muy mal, el médico me informó que podía tener un feo desenlace, él no quiere recordarlo porque se pone mal».
«Luchó, luchó, consiguieron plasma y a las diez horas de la aplicación, empezó a reponerse, gracias a Dios…..y a los donantes», cerró conmovida.