La creencia popular dice que a la noche, entre el Da de los Santos y el de los Fieles Difuntos, las almas de los muertos vuelven a visitar las casas donde vivieron.
Miles de familias jujeñas aguardan esta época del año para rendir homenaje a sus fieles difuntos para lo cual elaboran diversas comidas, bebidas y ofrendas de masa de pan de variadas figuras, los que son colocados en un altar que se arma dentro de la casa, y se reza y se canta para el descanso eterno de las almas.
La creencia popular dice que a la noche, entre el Día de los Santos (1 de noviembre) y el de las Almas (2 de noviembre), las almas de los difuntos vuelven cada año a visitar las casas donde vivieron para saber lo acontecido durante su ausencia, por lo que sus familiares se preparan para recibirlas.
Según el folclorista y maestro rural humahuaqueño Fortunato Ramos, la costumbre «viene desde tiempos inmemoriales pero hay un preparativo previo donde la familia se organiza para fabricar las ofrendas con harina de pan y con figuras que el lugareño las conoce y cada una tiene una explicación, un significado».
«Esta año se han tomado las medidas de precaución personal por la pandemia ante posibles aglomeraciones pero la profundidad de las fechas es tal como otros años», afirmó Ramos a Télam.
Con varios días de anticipación se elabora la chicha de maíz y de maní, un brebaje que necesita fermentar antes de ser llevado al altar, donde también se colocan recipientes con comidas y otras bebidas que le gustaban al difunto.
En el Da de los Fieles Difuntos, los jujeos se dirigen al cementerio, para colocar flores en las tumbas de sus muertos.
Las ofrendas de masa de pan pueden ser dulces o saladas e imitan a las más variadas figuras (palomas, cruces, coronas, escaleras y animales), además de confituras y postres regionales, siendo la mesa «más copiosa» -según Ramos- cuando el alma es nueva y porque se supone que llegarán muchos vecinos que conocían al difunto para rezar en su honor.
La mesa se cubre de flores el Día de los Santos cuando se colocan las ofrendas (generalmente por la tarde), mientras los familiares y amigos del fallecido rezan hasta la medianoche.
«Concluido con esto solo queda esperar la venida del alma, del espíritu que, según vecinos, llega para aprovisionarse de alguno de estos elementos mientras todos duermen», relató Ramos.
Al día siguiente continúan las oraciones y los rezos hasta las 12, momento en que un padrino o madrina de ceremonia eleva sus plegarias implorando el eterno descanso del alma del difunto, y los demás asistentes ruegan también por su paz eterna.
Tras levantar las ofrendas y de compartir la comida los jujeños se dirigen al cementerio, para colocar las flores en las tumbas de sus muertos.
«El sentido de todo esto es la enseñanza filosófica que es la perpetuación y el recuerdo de los seres queridos», sostuvo el acordeonista Ramos.
Para mañana lunes, el gobernador de la provincia, Gerardo Morales, decretó asueto administrativo y escolar en todo el territorio provincial, en virtud que la tradición de honrar a los Fieles Difuntos, constituye «una tradición profunda y arraigada en el sentimiento y la idiosincrasia de la comunidad jujeña».