La defensora del Público, Miriam Lewin, afirmó este viernes que el veredicto del tribunal que condenó a 14 años de prisión al comodoro retirado Jorge Alberto Espina por crímenes de lesa humanidad cometidos contra ella y otras nueve víctimas en el centro clandestino de detención y tortura conocido como Virrey Cevallos, «tiene que ser un incentivo para que muchas compañeras que callan todavía, se animen a denunciar los delitos sexuales de los que fueron víctimas».
«En el veredicto se tuvo en cuenta mi reconocimiento y que él ocupaba el lugar de jefe en el centro clandestino de detención. El hecho de que se lo haya condenado por los delitos sexuales cometidos, es un incentivo para que muchas compañeras que callan todavía se animen a denunciar los delitos sexuales de los que fueron víctimas», dijo Lewin en diálogo con Télam tras conocerse el veredicto.
«En el ámbito de lo que son las violencias sexuales recibidas en los centros clandestinos de detención, como la desnudez, los manoseos, los insultos, la tortura en los genitales, no necesariamente las violaciones, todo esto tiene que ser denunciado. Durante demasiado tiempo lo callamos o lo tuvimos naturalizado», aseveró.
Antes de la lectura del veredicto, el acusado volvió a negar haber cometido esos delitos en las sesiones de torturas que se llevaron a cabo en ese lugar.
Al respecto, Lewin remarcó «yo lo ví en incontables ocasiones ahí, por eso pude reconocerlo».
«En el ámbito de lo que son las violencias sexuales recibidas en los centros clandestinos de detención, como la desnudez, los manoseos, los insultos, la tortura en los genitales, no necesariamente las violaciones, todo esto tiene que ser denunciado. Durante demasiado tiempo lo callamos o lo tuvimos naturalizado»Miriam Lewin
En octubre, Lewin había reconocido a Espina, como el hombre que comandó el grupo de tareas que la secuestró y mantuvo en cautiverio durante dos meses, al declarar en el juicio de lesa humanidad.
También había solicitado, a través de su abogado Pablo Llonto, que el exmilitar sea acusado por «delitos sexuales», en función de los abusos padecidos durante el tiempo que permaneció detenida de forma ilegal en ese centro clandestino.
En este sentido, Lewin expresó a Télam que «siempre es conmocionante escuchar hablar a una persona que conocés como un perpetrador de crímenes de lesa humanidad de los que vos fuiste víctima, de la misma manera que fue una conmoción para mí haberlo reconocido en otra de las audiencias».
«El reconocimiento por mi parte es indudable. Que yo no lo haya reconocido en los álbumes de fotos que se me mostraron en la etapa de instrucción, tiene que ver con que en general son fotos de mala calidad, tomadas a la distancia, en las que la persona está uniformada y en muchas ocasiones con gorra», agregó.
Cuando prestó testimonio, Lewin afirmó que Espina se diferenciaba del resto de los integrantes del grupo de tareas, que eran «gente muy joven y que se vestían como estudiantes para infiltrarse» entre los militantes que estaban «combatiendo», según le confiaron.
El secuestro de Lewin
La testigo fue secuestrada en mayo de 1977, en el cruce de la avenidas Crovara y General Paz, cuando tenía 19 años, y trasladada a Virrey Cevallos, donde estuvo cautiva en condiciones de aislamiento.
Desde allí, los represores la entregaron a personal de la Armada, que la condujeron a la ESMA, donde permaneció como prisionera hasta 1979.
La autora del libro «Putas y Guerrilleras» -un trabajo que coescribió con la periodista Olga Wornat y que describe los abusos que los represores cometieron contra las prisioneras en los centros de detención- recordó que en medio de las sesiones de tortura, sus captores le preguntaban «con cuántos hombres te acostaste y cuántos abortos te hiciste».
«Considero que por la desnudez a la que me sometieron durante la tortura, la observación a la que me sometieron, y los cometarios que hicieron sobre mi vida sexual, fui víctima de abuso y violencia sexual. Y por eso pedí que se acuse a Espina por este delito», apuntó.
El Centro Clandestino de Detención «Virrey Cevallos» funcionó, al menos, entre el 22 de febrero de 1977 y el 26 de marzo de 1978, en el predio ubicado en la manzana de las calles Virrey Cevallos, México, Chile y Presidente Luis Sáenz Peña.
En primer término operó bajo la órbita de la Jefatura II de Inteligencia, que dependía del Departamento Interior de la Fuerza Aérea Argentina.
En julio de 1977, el lugar pasó a depender del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea cuyo jefe era Espina, quien «era parte de los hilos conductores a través de los que descendían las órdenes ilegales», se consignó en la elevación a juicio de esta causa que formuló el fiscal federal Pablo Ouviña.