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Julio Aro en el cementerio Darwin de Malvinas.

Más de 400 mensajes de Whatsapp, pedidos de entrevistas de todo el mundo y decenas de llamadas por Zoom con felicitaciones marcaron las últimas horas del excombatiente argentino de la guerra de Malvinas Julio Aro, tras la confirmación de su candidatura al Nobel de la Paz, noticia a la que calificó como «un abrazo al alma, como cada beso de una madre» de alguno de los caídos que pudo ser identificado gracias a su trabajo incansable y esperanzador.

Aro, quien participó como conscripto en el conflicto bélico de 1982, con 19 años, fue postulado por la Universidad de Mar del Plata para la edición 2021 del premio, y a primera hora del lunes se enteró de la confirmación oficial por parte del Comité Noruego del Nobel.

El excombatiente comparte la candidatura con el excoronel británico Geoffrey Cardozo por la tarea realizada por ambos en la identificación de los cuerpos de los soldados argentinos muertos en la guerra.

«Jamás pensé en premios porque el premio mayor lo tenemos cada vez que es identificado alguno de los caídos y recibimos un beso o un abrazo por ser el nexo entre una madre y su hijo fallecido. Pero, sin dudas, este tipo de noticias son una alegría enorme, algo necesario para nosotros y para tanta gente en un año tan difícil», dijo Aro a Télam.

El objetivo de identificar a las víctimas fatales surgió de Aro en 2008, tras su primera visita al archipiélago, 26 años después de la rendición argentina, cuando advirtió que en el Cementerio Darwin había 122 tumbas que llevaban la leyenda «Soldado argentino sólo conocido por Dios».

«Sentí que tenía que hacer algo para ayudar a cerrar esa herida. Si a mí me hubiera tocado quedarme en las islas, me hubiera gustado saber que alguien iba a tratar de acompañar a mi vieja», aseguró.

Oriundo de la localidad bonaerense de Mercedes y residente desde hace décadas en Mar del Plata, Aro creó -luego de aquel viaje- la Fundación No me Olvides y en 2010 se puso en marcha el Proyecto ADN.

La iniciativa obtuvo el respaldo de figuras como el líder de Pink Floyd, Rogers Waters, y el Papa Francisco, de organizaciones humanitarias como la Cruz Roja, así como del gobierno británico y argentino.

Tras recorrer el país junto a otro excombatiente, José María Raschia, Aro explicó los objetivos del proyecto a los familiares de los caídos, con el objetivo de crear un banco de datos genéticos para poder cotejar los restos de los soldados caídos y sus familiares.

Julio Aro, el regreso de la guerra en 1982.

Julio Aro, el regreso de la guerra en 1982.

«Hubo gente que quiso participar de la iniciativa, gente que dudaba, bloqueada por el dolor, y otra que se involucró de lleno en el proyecto. Aprendimos a no juzgar a nadie, a respetar el dolor de cada uno, y tratar de ayudar desde un lugar de respeto total», explicó.

En noviembre de 2016, las cancillerías argentina y británica avanzaron en conversaciones para la identificación de los cuerpos y finalmente, en junio de 2017, un grupo de especialistas encabezados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), con supervisión de la Cruz Roja, comenzó la exhumación de los cuerpos en Malvinas.

Durante dos meses se tomaron muestras que permitieron identificar a 115 de los 122 soldados.

«Para esa tarea fue vital la información aportada por Geoffrey, que no participó durante la guerra pero que fue enviado a las islas, como militar con experiencia, para trabajar en la asistencia de la tropa británica, y una vez en el terreno recibió la tarea de construir el cementerio en el que fueron enterrados los caídos», explicó Aro.

El excombatiente argentino aseguró que desde la confirmación de su candidatura recibió llamados de decenas de madres de soldados, que lo hicieron sentir «como su hijo».

«Me hacen sentir como hijo de cada una de ellas. Me dicen que extrañan a sus hijos, y yo siento que aunque nadie ni nada los pueda reemplazar, hacemos algo que alivie ese dolor. Ser parte de esta historia es un orgullo gigante», dijo.

Consideró, además, que en un 2020 «tan difícil y con tantas malas noticias», su postulación junto a Cardozo «es un mimo al alma».

«Desde ayer no para de sonarme el teléfono. Y a Geoffrey le pasa lo mismo. Debe llevar 24 horas conectado al Zoom. Estamos como shockeados y muy contentos», confesó.

«Desde lo más profundo de mi corazón les digo gracias a todos por estar siempre para ayudarnos en cada momento en que lo necesitamos», concluyó con la sensación de una inmensa gesta humanitaria cumplida.