El gobierno de Alberto Fernández mantiene desde el inicio del aislamiento social y obligatorio por el coronavirus, una permanente interacción y comunicación con los líderes de las principales religiones del país, para escuchar a los representantes de las iglesias que desarrollan su tarea en el territorio y focalizar las zonas más vulnerables, tarea que se realiza en conjunto con los movimientos sociales y los funcionarios de las áreas sociales.
El secretario de Culto, Guillermo Oliveri, es el funcionario encargado de mantener conversaciones semanales con los representantes religiosos, que ya pusieron a disposición sus recursos para enfrentar la pandemia, como lugares disponibles y camas para atender a enfermos leves de Covid-19 si llegara a dispararse la curva de contagios, controlada hasta el momento por el resultado positivo del aislamiento.
En las últimas semanas, el presidente Alberto Fernández recibió en la residencia de Olivos tanto al equipo de sacerdotes de la pastoral de las villas de emergencia y barrios populares de la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, que lideran -entre otros- el obispo auxiliar Gustavo Carrara y el padre José María ‘Pepe’ Di Paola; como así también al Grupo de Curas Opción por los pobres, encabezado por Eduardo de la Serna.
También desfilaron por Olivos en los últimos días representantes de las iglesias evangélicas: estuvieron junto al jefe de Estado los líderes de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), la Iglesia Evangélica Metodista Argentina; el Centro Cristiano Nueva Vida; la Iglesia Discípulos de Cristo, y la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.
Con todos ellos quedaron canales tendidos y abiertos para que se intensifique el diálogo con diferentes áreas del gobierno, en pos de unificar y coordinar tareas de asistencia social en los lugares donde las restricciones por el aislamiento pegan más fuerte.
«Los credos están trabajando en los lugares más golpeados por la crisis económica por la pandemia. Están colaborando con Desarrollo Social, poniendo a disposición lugares con camas para enfermos leves para el caso de que haya que utilizarlas, y además con una permanente interacción y comunicación» con el gobierno nacional, dice a Télam Oliveri, quien está en contacto semanal con los representantes religiosos.
Desde el Episcopado, que preside monseñor Oscar Ojea, están muy satisfechos con la marcha de la iniciativa solidaria «Seamos Uno», en el marco de la cual referentes religiosos se unieron a las empresas más importantes del país con el ambicioso objetivo de entregar un millón de cajas de 15 kilos de alimentos y elementos de higiene en los barrios más empobrecidos del conurbano y la ciudad de Buenos Aires, donde el virus tiene mayor circulación.
Con el sacerdote jesuita y politólogo Rodrigo Zarazaga a la cabeza, organizaciones como Cáritas, el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) de los jesuitas, el Banco de Alimentos, la Alianza de Iglesias Evangélicas, el Consejo de Pastores de CABA y la AMIA aportan su trabajo territorial para identificar los lugares más vulnerables; y empresas de primera línea suman sus recursos.
«Es fundamental en este tiempo la unidad de todos los sectores políticos y de las organizaciones intermedias de la sociedad buscando superar los intereses sectoriales y tratando que el alimento llegue a todos», señalaron a Télam desde la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).
«La crisis ha disminuido la posibilidad de la compra de alimentos en vastos sectores de la población, agravando de este modo la emergencia alimentaria», advierten las fuentes y explican que, desde las representaciones de Cáritas en todo el país, se está buscando «favorecer la llegada de alimentos frescos, para que la síntesis proteica esté resguardada principalmente en la alimentación de los niños».
Por su parte, Bernardo Affranchino, pastor de la Iglesia Cristo para Todos y miembro del consejo nacional de ACIERA, cuenta que «los beneficiarios de las cajas de alimentos de Somos Uno son, en su mayoría, gente que detectamos más que nada en los comedores donde nos encontramos con situaciones de mucha vulnerabilidad y que no están protegidos con ningún plan social».
«A la infinita baja en recaudación de fondos se le sumó que los gastos en nuestros comedores -unos 2.500 en todo el país- han subido violentamente porque donde se cocinaba para 100 personas, ahora se lo hace para 400», cuenta el religioso que estuvo con el Presidente en Olivos días atrás.
Desde que comenzó el aislamiento la comunidad islámica se puso a trabajar con los comedores en el Gran Buenos Aires”
Aníbal Bashir Bakir
Un reclamo que los evangélicos le llevaron al jefe de Estado fue la necesidad de una «flexibilización en el pago de servicios» de sus templos y también una asistencia a sus comedores; en tanto que le llevaron una propuesta para generar un protocolo de acompañamiento a los deudos.
Desde el Centro Islámico de la República Argentina, su presidente Aníbal Bashir Bakir, contó a Télam que «desde que comenzó el aislamiento la comunidad islámica se puso a trabajar con los comedores en el Gran Buenos Aires; especialmente en el segundo cordón, conjuntamente con Desarrollo Social y colaborado con Cáritas de Buenos Aires».
«Durante este mes del Ramadan, estamos armando unas 1.250 cajas que contienen alimentos para que 5 personas de una familia puedan mantenerse durante 15 días», una iniciativa propia de esa institución, solventada con aportes económicos de la propia comunidad.
«Tenemos muchos más necesitados que antes de la cuarentena», advirtió Bakir, que en los próximos días también tendrá su encuentro con el presidente Fernández.
El titular de la DAIA, Jorge Knoblovits, y miembros de la comisión directiva de la entidad también tienen agendado próximos encuentros virtuales con el secretario de Culto, para seguir avanzando en la agenda de la asistencia social, primordial en tiempos de pandemia y aislamiento social.